Cuando yo muera, no me manden flores.  ¿Para qué? Si yo soy flor y seré flor. Porque cubierta por mi piel, detrás del hálito de vida está mi realidad única… la que sonríe en el espejo a diario—detrás de mis labios plenos, está la mueca de mi destino.

Y, el eje que me sostiene hoy será el tronco, el junco que sostendrá la enredadera de la vida en que me transformaré.  ¿Quién dijo que muero? ¿Quién dijo que resucito?

Me transformaré —mi materia, mi energía, se trastrocará en más vida, en raíces, en hojas, en fragancias, en humedad, en calor, en color, en verdor, en savia eterna y seguiré dando vida.  Más vida.  Entonces, ¿para qué las flores? 

¡Yo soy flor!

Escrito en 1990.