Alocuciones

Publicaciones Sueltas

Para ti que, en un momento importante y crucial en mi vida, me diste apoyo, tu tiempo y un espacio en tu corazón. Nunca lo olvidaré.

Señoras y señores:

Hoy se realiza un sueño que tiene sus raíces en mi niñez escolar con la primera ilustración de una manzana y una casita. Hoy se concreta una etapa que se esbozó muchas veces durante veinticinco años en mis momentos de ocio.  Y con ello, se me abren horizontes nuevos, cuando yo creí haber alcanzado todas mis metas. Y para mí, recién llegada al mundo de los artistas, las perspectivas se me hacen anchas y ajenas, y el reto se convierte en hacerlas un poco parte de mi misma. Este afán que hoy se ve plasmado en las paredes de esta galería, lleva un cuarto de siglo de aprender-haciendo, de hacer-aprendiendo, de autodisciplina, y una permanente insatisfacción crítica buscando la verdad. Hoy, ofrezco a ustedes los hijos de mi observación del hombre, mi tema favorito.

Y, ¿por qué el hombre? Porque siendo como es, de la creación la cumbre, y de la ciencia, el motivo de intenso análisis es, paradójicamente el mayor misterio para si mismo. Y es que en el hombre se conjuga el ritmo, la fluctuación, el tiempo, la veleidad, lo impredecible de la vida, y sobre todo, la exactitud de ser único sobre todas las cosas. ¿Por qué no estudiar y reproducir sus momentos y captar en su rostro y su cuerpo la profundidad de su ser? Y es eso lo que he pretendido hacer con carboncillo, tiza, carrés, marcadores, lápiz, solos y combinados, buscar al hombre. Los invito a mirar ese esfuerzo como se mira al espejo, buscando algo de si mismos en la imagen reflejada. Y con ese fin, termino con las palabras del Principito de Antoine de Saint Exupery: “Es muy sencillo. Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.

Gracias por venir y acompañarme esta noche.

Galeria Juan Manuel Cedeño
Agosto 1988

 

“Por supuesto un transeúnte cualquiera pensaría que mi rosa se parece a vosotras pero ella sola es más importante que todas vosotras, porque yo la regué. Porque le maté las orugas (excepto dos o tres por aquello de las mariposas). Porque la escuché quejarse, o vanagloriarse, o incluso a veces callar. Porque es mi rosa.. Y se dirigió otra vez hacia el zorro: Adiós-dijo”.
Antoine de Saint Exupery, El Principito.

Llegó finalmente el momento de tomar cada quien su camino y emprender el vuelo. La vida, sabia madre tendrá para cada uno un destino diferente y una manera de premiarles por cada esfuerzo, por cada gota de sudor, por cada lágrima que viertan en la búsqueda de su verdadera misión en este mundo.

Detrás se quedan pinceladas de muchos recuerdos, muchos momentos, muchas palabras, muchas alegrías compartidas, y queda una huella. Cada uno a su manera la forjó y deja su marca indeleble. Conmigo se quedarán parte de esos visos de genialidad, sarcasmo, bromas, sagacidad, vertidos entre la discusión y el reto, entre la confusión y la espera, entre la inseguridad y la audacia.

Como a la rosa del Principito, traté en mi largo caminar, de regar las rosas confiadas a mi con conocimiento, consejos y mensajes para la vida. Traté de matarles las orugas, enérgicamente, para preservarlas, para que fueran perfectas, para que fueran fuertes, para que crecieran hermosas. Algunas orugas, las obvié porque son inevitables. Nada bajo el cielo es perfecto. Pero traté, de la mejor manera que mi saber y conocer en la vida me enseñó. Yo también tengo mis orugas inevitables, y ya nada me las podrá quitar.

Lo importante es que las rosas crecieron, vertieron su aroma, y ahora cortadas del jardín escolar se van en hermoso ramillete para la vida. Algo de ese crecimiento salió de mi mano y lleva el toque del jardinero que, sin ser experto, puso el abono, el cuidado, y sobre todo la fe, de obtener un buen cultivo. El jardinero, sin embargo, no siempre le explicó a las rosas, el porqué de su empeño. El tiempo que es el mejor de los maestros ayudará a comprender, que “Solo se conocen las cosas que se domestican…tal como dijo el zorro al Principito.

Hasta luego. Los caminos se bifurcan y se camina hacia el que a cada quien le corresponde. Que tengan un buen andar, y que andando dejen una huella de inolvidables logros. Hasta siempre, y que tengan presente que…”Solo se ve bien con el corazón, porque, lo esencial es invisible a los ojos“.

26 de noviembre de 1997

“Según la mitología de diversas comunidades indígenas que hoy habitan el territorio colombiano, el mar y el agua fueron importantes en el origen de toda la vida.

Primero estaba el mar.
Todo estaba oscuro.
No había sol, ni luna, ni gente, ni plantas.
El mar estaba todas partes.
El mar era la Madre.
Ella era espíritu de lo que iba a venir.
Y ella era pensamiento y memoria”.

Mitologia Kogi

El mar y las profundidades suspendidas en el éter. Ante el mar pictórico de Juana Alegría, vislumbramos el mundo desde abajo. El azul oceánico te envuelve, te hipnotiza, te seduce. Asentados en el fondo marino, miramos al sol desde la profundidad, como un disco difuso, distante, que irrumpe con su columna tenue de luz fría los inicios de la misma creación, cuando fuimos seres acuáticos que ascendieron lentamente hacia la tierra. Detrás, dejamos el hilo conductor que nos ataba al mar, crecimos alas, extremidades y aprendimos a soñar.

Nos cimbreamos como algas, entre anémonas y peces, hipocampos, medusas y erizos. Nos deslizamos amorfos entre estrellas de mar, pulpos y calamares…flotamos. Flotamos sobre olas y mareas, en ondas lúdicas que nos mueven el lejano subconsciente. En medio del azul celeste cristalino, púrpura, verdemares y grises, nos sujeta una raíz ignota; un limbo de burbujas en el entorno, nos toca suavemente la piel. Evocamos figuras conocidas, pájaros, manos, rostros, cuerpos, navegantes de esta vida efímera e intensa, envueltos en el ritmo adormecedor, reconfortante de una gran placenta protectora, donde navegamos, vegetamos, vivimos y morimos.

Y es que Juana pinta desde lo más profundo de su ser, desde su mar de niña silenciosa, desde su mundo introspectivo y sensible, desde su óptica creativa Juana Alegría tiene visiones en colores cálidos de escenas muy humanas—las mujeres de su tierra, los tonos exuberantes del trópico, del mar bajo el sol, del sol bajo el mar.  Y allí conversa con los amaneceres y los atardeceres, con los habitantes del cauce infinito y flota y se transporta.

Hoy, nos regala sus impresiones creativas más hermosas, su propuesta del mar misterioso y sus habitantes, preparados para una gran fiesta—el génesis, la historia, el final…una fiesta de luz, que describe los avatares del ascenso hacia la superficie del mar; nos regala alumbramiento de las especies llenas de luz de sol, cálidas, míticas, en un viaje surrealista, onírico, con una paleta cromática de colores traslúcidos, ricos, apacibles. Nos regala una enorme alegría en lo más profundo del alma.

2004

«Tú no eres un cuerpo miserable y efímero…
Detrás de tu máscara de tierra que se esteriliza, vela el rostro milenario de los siglos.
Tu cuerpo visible son los hombres, las mujeres y los niños de tu raza.
Tu eres una hoja en el gran árbol de tu raza.
Siente la tierra subir de las raíces y deslizarse entre las ramas y el follaje.
La angustia está en ti. Alguien lucha por desprenderse de tu carne. En tus riñones, en tu cerebro, una semilla busca abandonarte par encontrar la libertad”.
Nikos Katzanzakis, Accesis.

Gracias por acompañarme hoy que, por segunda vez, abro las ventanas hacia mi mundo interior y a mis reflexiones en pincel y óleo. En la víspera del centenario, frente a la panorámica del genoma panameño, rindo tributo a la etnia, a la raza que hay en m í, a la cultura que se respira y que se entremezcla con todas las tradiciones de este país y de este continente, donde se encontraron dos razas primigenias y un extranjero.

De ese encuentro surgió un hombre nuevo. En ese encuentro tres tradiciones perdieron y ganaron…nosotros somos el fruto-… La raza, pródiga, fructífera, es Mujer: de su seño se nace, crece amplia y frondosa, fuerte cual tronco de árbol milenario. Se propaga en todas direcciones, se arraiga, se fortalece.

En estas paredes, entre instalaciones, verso y pintura, comparto con ustedes mi visión, la búsqueda del tronco milenario, mi percepción y tributo al hombre trihíbrido que se refleja en mi rostro, en mi voz y en mi descendencia.

Esta exposición también rinde tributo a alguien muy especial para mi, y quien contribuyó a través de una petición a que las ideas fluyeran y se plasmaran en estas paredes. La última vez que vi a Rodolfo Lammie, hace un año exactamente, estábamos reunidos en Siete Mares, con nuestra amiga Mónica, celebrando su regreso con bien de los Estados Unidos. En esa ocasión, me reiteró su deseo de que le hiciera un cuadro para un área recién remodelada en su casa.

Varias veces habíamos hablado de esta tarea, pero nunca había logrado decirme claramente qué quería. Allí, sentados, hojeando el álbum de fotografías de mi reciente exposición, me dijo: Hazme un cuadro que tenga un gran seno negro, que me recuerde mis raíces, de dónde vine, y quién soy.  Que no permita que me olvide de mi negritud ni de lo que tengo que hacer”. Mientras él hablaba, yo anotaba en mi agenda, los colores y matices que podría utilizar para interpretar lo que me solicitaba.

Yo ya me encontraba en el proceso de gestar las ideas para otra muestra. Con su pedido, Rodolfo, en alguna forma, me dio chispa inicial para esta noche. Yo desarrollé el boceto del cuadro, pero él nunca lo vio, porque la vida tiene sus propios designios, y Rodolfo se despidió de nosotros cuatro meses después; antes que yo pudiera terminar el cuadro. En tributo a la memoria de este gran amigo y hombre afrodescendiente de muchos méritos, dedico esta muestra.  A Carolyn y a su hijo, les confío la idea que él generó: Recordar mis orígenes. Este cuadro nunca estará en mejores manos que en las de aquellas personas que lo amaron y en cuyas memorias, Rodolfo siempre vivirá.

Desde mi corazón, para siempre, entrego mi eterno agradecimiento a Ricaurte Martínez, por su fe en mi trabajo; a mi gran maestro Adonai Rivera, por guiar mi mano. A mi núcleo familiar: Ricardo, a Alfonso e Isabel, por su paciencia ante mis abandonos creativos; a mis amigos cercanos y mi tía por su aliento; a las personas que contribuyeron con su profesionalismo y generosidad al éxito de esta noche y a todos ustedes, por su tiempo y su apoyo y su presencia aquí, que es tan significativa para mí.

6 de mayo de 2003

«El arte es la única forma de actividad por la cual el hombre se manifiesta como verdadero individuo».
Marcel Duchamp

Es el aroma a tierra y sol en colores ocre, son los temas, es la cotidianidad y la espontánea visión y materialización de lo común, pero a la vez amado. Esta es la muestra que hoy nos revela Leys James Magallón, una colección de trece obras que abarcan un viaje dentro de su introspección, de su mundo interior.

En la cultura de los indios HOPI de Arizona, hay pocas palabras para expresar “el pasado, el presente y el futuro”. Los Hopi ven la vida como un continuo, como un fluir del tiempo que inmediatiza el pasado, el presente y el futuro en la presencia de las cosas y de los hechos. Lo que hacemos, hicimos o haremos no tiene términos precisos, sino instancias que se suceden de un momento a otro. Y el lenguaje que se usa, aquí el que Leys aplica con pincel, construye ese concepto de tiempo sin lapsos ni límites…el fluir en la vida de escena en escena, sin interrupciones, que constituye para él, como para los Hopi, su filosofía de vida. De alguna manera, al escoger esta serie de imágenes en magníficos colores, Leys nos presenta una especie de determinismo pictórico. Las escenas, pinceladas, la paleta que escoge se basa en su visión de su mundo y de su interpretación de la vigencia de lo que ama, lo que añora, lo que se le hace imprescindible e imborrable.

Leys nos regala hoy con su maravillosa paleta ocre sus mascotas, su amor por la naturaleza manifiesta en frutas, flores, la figura humana, haciendo un recorrido con técnicas, texturas y colores de su vida artística de estos 15 años y, deteniéndose en ese continuo de tiempo para recordar a su abuela, dueña de sus años de  niño. Nos hace detenernos en el decurso con encuentros con el azul, color que para el pintos, proyecta paz, infinitud, luz, abundancia, amor y amistad.

“Una pintura es un poema sin palabras”.

Y eso, hemos venido a compartir hoy: trece poemas, interioridades puestas en color que nos abracen, nos recreen y nos inviten a hacer nuestras propias reflexiones con RECUERDOS DEL AYER, HOY Y MAÑANA.

Ganexa